Nos espera un intenso fin de semana de teatro, con dos funciones previstas para sábado y domingo. Sonrisas de Teatro y la compañía jiennese Animahist nos acercan dos obras que abordan temas muy serios: la salud mental y la violencia de género.
Sonrisas de Teatro presenta la obra, El silencio de la locura, escrita por José Miguel Marín Prieto, nos habla de locura e historia. Así reza la sinopsis de la misma:
Dicen que un cartel es la expresión gráfica del sentimiento, tejido a través del pincel del
Sonrisas de Teatro
diseñador que, en este caso, ha sabido captar perfectamente la esencia de esta obra. Un
particular D. Quijote que refugia sus problemas en la lectura de poemas de Federico
García Lorca. Su convulsa vida le hace devenir loco, y así, transmite a su escritura
historias desaforadas y angustiosas basadas en el holocausto nazi, más su particular
Sancho Panza -su propia hija- que, a la sazón, también es producto de su locura, troca
esas historias en romanticismo. La historia cobra vida en esta obra, acudiendo a la escena
como la sangre a la herida, los inextricables caminos de la mente disuelven el tejido de
la realidad, y lo tornan en silencio. ¡El Silencio de la locura!
Por su parte, Animahist nos trae el montaje, No quiero princesas. Texto de Felisa Moreno y obra dirigida por Carlos Aceituno que nos habla, en este caso, la trama transcurre en la casa de una familia de clase media, en la actualidad. En ella se podrá apreciar la convivencia de un matrimonio venido a menos por las frustraciones de la mujer, al haberse convertido en ama de casa y dejar sus ilusiones y metas aparcadas. El afán del marido por ascender en su puesto de trabajo e indirectamente frenar las metas de su mujer, esperando que eso pase para que la economía doméstica esté más asentada. La jovialidad de la hija; Una adolescente que tuvieron siendo muy jóvenes, a la que solo le interesa las tecnologías y que cree que cuanto más la controle el novio, más la quiere. Y por último la visión moderna de la abuela, una mujer que ha pasado muchas penurias en su vida y que a la muerte de su marido vió la luz en su vida y empezó a VIVIR realmente.
La obra intenta tratar varios aspectos de la igualdad entre hombres y mujeres en un ámbito cotidiano, donde el espectador se puede sentir identificado en cada escena. Además en varios momentos la obra parará y preguntaremos al público como quiere que continúe, dándole a elegir entre varias opciones, de esta manera calibraremos también, la forma de pensar y de actuar del público ante distintas situaciones. Al finalizar la misma invitaremos a aquel espectador que quiera a subir al escenario y ponerse en el rol del actor para volver a representar la última escena y así dar su propio punto de vista de la problemática que la situación plantea, de esta manera y jugando a teatro-foro el espectador se convertirá en espectactor.
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