LAS PERLAS ENSANGRENTADAS DE RAFAEL AMARGO Y MANUEL SALAS. PIEDRAS PRECIOSSAS EN VILLACARRILLO

La historia que nos cuentan estos dos grandes artistas, Manuel Salas y Rafael Amargo, es en sí una joya pulida  y perfectamente engastada.  El autor, Pablo Díaz, ha sabido trasladar al texto el paso de un artista como Jean Cocteau  por la Marbella de la década de los 60’s; sus vivencias y su relación con  la farándula y el “artisteo” que poblaba, entonces, el universo marbellí. Una relación muy especial centra la trama. Una pasión batallada por encuentros y desencuentros entre el artista francés y un bailaor amargo y buscavidas, Manuel. La obra de teatro es pura poesía donde son los dos protagonistas los que llenan de pasión una escenografía  tan elegante como minimalista. No es necesario mucho más. La dirección de Raúl Mancilla y Andrea Chacón no deja lugar a imaginar nada, todo lo que se ve, lo siente el espectador. Todo lo que se sufre, por parte de ambos, lo sufre el espectador. Una España gris  marcada por los prejuicios y el hambre. Manuel Salas (Clandestinos, La Isla Mínima) es Jean Cocteau. Con una interpretación sublime; la de un actor curtido en el teatro, de dicción perfecta, que no perturbó ni el frío. Gracias al santistebeño sobre el escenario vemos al poliédrico pintor, poeta, dramaturgo…Vemos su pasión por Manuel, por dejar en ese asalvajado bailaor de flamenco un poso eterno de poesía. Qué gran actor (otro más) ha parido nuestra  tierra.

Fotografías de José Luis Martínez.

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Rafael Amargo abre con “Piedras Preciosas” su nueva etapa profesional, como actor. En este caso lo tenía fácil porque interpreta a un personaje que siente  correr por sus venas el mismo arte que él cultiva a diario, la danza. Pero  la sangre del granadino es de verdad y anoche se la dejó, literalmente, sobre las tablas de nuestro Teatro Coliseo. Un pequeño accidente, casi al inicio de la función, hizo que el bailaor estuviera sangrando durante la hora que duró el espectáculo.

sangre

Las imágenes dan fe de ello, su camisa, sus manos. Lejos de venirse abajo, o perder  texto, en un alarde de profesionalidad consiguió que casi nadie se diera cuenta del percance. Muchos pensaron que formaba parte de la trama argumental. Pero no, otros sabíamos que no. Un profesional como pocos que supo aguantar el envite y que se predispone a seguir una senda, la de la interpretación, que también le seduce. Ambos se seducen mutuamente. De entrada aprueba con nota.


Al final de la actuación, ambos actores compartieron unos minutos con el público que abarrotaba el Teatro Coliseo.

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