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Villacarrillo Costumbrista: el homenaje de Paco Coronado a José María

En este caso, nuestro ya homenajeado Paco Coronado Molero, rendía su propio homenaje, en el Libro de Feria y Fiestas 2015, a uno de esos hombres imprescindibles para mantener vivo su propio recuerdo y el de miles de vecinos que convivieron (convivimos) con él y con esa forma de ser tan particular, tan única e irrepetible. Una vida escrita con un lápiz de albañil de punta kilométrica. In memorian, José María.

En este tórrido mes de julio, que el calor enseñorea por doquier, la memoria, el sentimiento y hasta la nostalgia de otro tiempo han punzado la emotividad del villacarrillense, al saber del fallecimiento del vecino José María. De José María puedo asegurar que cada uno de nosotros podrá recordar algo vivido: al cruzarse con él, al encontrarlo sentado en un escalón sacando punta a un no menudo lápiz, de aquellos que usan los albañiles, hasta dejar la mina como un estilete; o dando cuenta del ágape al que los vecinos le obsequiaban de forma tradicional.

José María Filgueras Martínez había nacido en Villacarrillo, a las cinco de la mañana del día 19 de marzo de 1929; en el número sesenta y siete de la calle Repullete; sus padres Manuel y Elvira, eran de esta naturaleza y vecindad, así como sus abuelos paternos José y María y maternos José María y María. Inconfundible por su gracejo a la hora de hablar y por su semblante irritado, si era el caso de algo que no le cuadrase. Leía y escribía. De la escribanía dan fe el sinnúmero de libretas y blocs que llenó de letras y números de las más diversas hechuras, como si de un primoroso pendolista se hubiera tratado. Leer lo hacía de forma impecable; las lecturas, siempre en voz alta, de los libros religiosos en su tránsito por nuestras calles, eran gratas de escuchar. Fie de zagalón cuando comenzó a frecuentar el horno de Eduardo, en la calle hoy conocida por Conrado Blanco. Su labor primaria consistió en acarrear el agua precisa para la elaboración del pan y con el tiempo, fue asumiendo aquellas otras propias de la tahona. Su salario: mantenido y un pan de kilo.  

¡ No, no te conozco, que pasa! (Mayo de 2011)

            Singular su atavío cuando se enfangaba en el trabajo: los pantalones arremangados casi hasta las ingles y las mangas de la camisa recogidas en las axilas. Una vida, abundante en hechos y anécdotas para llenar varios libros. Por edad y también por vecindad, fueron no pocas las que presencie, infinitas las que escuché.

            En razón a un viaje de fin de semana a Cádiz, tomé el autobús junto al bar Puerta del Sol y al verme se acercó: – ¡ Paaaco ! ¿Es que vas de viaje? – Sí, Jose. – ¿A dónde? – A Cádiz. –Y ¿no me vas traer naaa? – Lo que tú quieras. – ¡Un laaapiz ! – Un lápiz que te traigo yo. – Paco, ¿pero, pero cómo me los a traer de grande? – Tú dirás, Jose, le dije sonriéndome. – ¡ Asiiín¡, y abrió los brazos señalando con los dedos índices de las manos, una longitud de algo más de medio metro. – Y asín de gordo. Luego voy al jujao y me lo das. – Sí señor, el lunes te llegas Jose.

            Regresé de Cádiz con un lápiz de medidas ajustadas a su petición. La mañana del lunes llega sonriente: – Je, je, je. – Pasa, Jose. – ¡Paaaco ! ¡Hola! je, je, je… Remolonea. Abrí el cajón, saqué el regalo y se lo di; su júbilo y gozo no tuvo precio: ¡Joer, sí es grande, sí! tú verás pa sacale punta. – Déjalo así, que para gastar la que tiene ahora mismo ya habrá tiempo. – ¿y pa escribir, no me das ná ? Le grapé un taco de folios. – No, no, más gordo, échale más… Ingenuidad y candidez.

            Campanero arraigado al badajo de la de San José, la que vuela a la plazoleta de la iglesia. Creyente fervoroso, asistía a diario a los oficios religiosos. Su presencia sine qua non en procesiones, entierros, ánimas…, llevando el estandarte propio de la solemnidad, va a quedar en nosotros como placentera remembranza.

            El pasado lunes, 20 de julio, falleció José María; tenía 86 años, los últimos de ellos cautivo de la enfermedad y recluido en su casa debido al mal. Desde esta publicación queremos hacer llegar nuestro pésame a la familia y a aquellos que sin serlo le han tenido por tal. Descanse en paz, José María.

            No dejo pasar la anécdota que por el gracejo y ocurrencia de José María, dejará en nuestra memoria grata recordación.

            Viene su ocurrencia del tiempo en el que se pusieron de moda las chaquetas de hombre con una o dos aberturas en la parte posterior. Aquella moda llamó la atención de José María y cada vez que se cruzaba con alguien que vistiera una chaqueta con abertura en la parte posterior decía con cara de sorpresa, subiendo de forma extrema el arco de las cejas, y sonriendo:

  • Je, je, je… ¡Otro con la chaqueta rota ¡…

Francisco Coronado Molero

Un comentario sobre “Villacarrillo Costumbrista: el homenaje de Paco Coronado a José María

  1. Me ha gustado mucho tu articulo ya que estoy totalmente de acuerdo. Es muy interesante . Si te gusta ir en bicicleta te recomiendo que te compres una bicicleta eléctrica y lleves siempre un mochila de bicicleta . Sobre todo debes tener en cuenta la batería y las características del motor. No te olvides de llevar una mochila de hidratación algo esencial sobre todo en época de calor.

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