Fue en el concurso virtual de patios y balcones, ‘Villacarrillo en Primavera’, donde empezó a gestarse la idea. Un concurso nacido (por desgracia) en plena pandemia con el que quisimos dinamizar, un poco, los días de encierro. No recuerdo siquiera el importe del premio, lo que sí recuerdo es la llamada de Paqui Crespo (Amiga Romera) cuando terminaron las votaciones y el resultado les hacía ganadoras de un dinero que tenía un destino muy bonito: homenajear, reconocer, alabar el trabajo de nuestros sanitarios locales por esa fe incansable de parar la pesadilla; de aportar todo el conocimiento, las horas, los desvelos, en hacer las cosas lo mejor posible para que la pandemia no tuviera un efecto devastador en nuestro pueblo. Las lágrimas de Paqui, en nombre de las del resto de sus compañeras, estoy convencido, fueron un estímulo, no una tristeza; una forma de confirmar que Villacarrillo ha sido, es y será un ejemplo de solidaridad, de conjunto que rema a una si hay contracorriente.
Una comida, una convivencia que ya se ha materializado y que se ha sufragado con el dinero de aquel premio y aportaciones propias. Un gesto que engrandece a la gente de Villacarrillo.
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