Villacarrillo se disponía para vivir una jornada intensa y con el sentimiento a flor de piel. Las calles se vestían de blanco para recibir a sus hermanos nazarenos y al señor, que para este lunes santo portaba una majestuosa túnica de color blanco con un cíngulo en oro el cual destaca encima de su paso procesional. Al caer la noche la Parroquia de San Francisco de Asís abría sus puertas y con la cera encendida la Cofradía de Jesús Cautivo, María Stma. de la Esperanza y Sagrada Resurrección, empezaba su transcurrir por las calles más céntricas de nuestra población. Los costaleros se enfajaban sus costales y daban testimonio de fe con un “paseazo” al señor Cautivo. Cuando el reloj marcaba algo más de la media noche la cofradía se recogía en su parroquia y así ponía el broche de oro a un Lunes Santo para el recuerdo.
Fotografías de Luis Gallego.