ENTREVISTA: CÉSAR MEKANIK (CRUZ).

Pues sí: de aquellos polvos estos lodos maravillosos. Ya sabéis el enorme placer que nos produce descubrir talentos villacarrillenses, o de origen campiñés. César Cruz (César Mekanik), granadino de adopción y villacarrillense de nacimiento, pertenece a una de esas familias de solera y de marcada trayectoria artística en nuestro pueblo. Cruz-Parra, apellidos ligados por y para siempre al flamenco  o a la música clásica. César es un eslabón más de una cadena que parece no tener fin. A nuestro protagonista le fascinó el disco “Once Upon a Time” de Simple Minds siendo un niño así que ya se preveía cierta intensidad…Granada como centro de operaciones pero con un Villacarrillo moderno y extraordinario como referencia absoluta. Él vivió los tiempos de nuestro Ikusi Makusi (he aquí el motivo del artículo de ayer) pero en su segunda etapa: aquella que trasladó a la calle San Rafael sus paredes grises con machas negras y la colección de vinilos más importante de nuestro pueblo. Ahí surgió otra generación tan interesante como destacada en nuestra historia más reciente. César quiso y pudo conjugar todas esas influencias de infancia y juventud, darles forma para mostrarlas al mundo pasadas por su tamiz creativo. Nace su proyecto musical Mekanik Disorder, plagado de synth pop, neopsicodélia o post-punk y mucha intensidad sonora. Ha compartido escenario con grandes, muy grandes artistas, habituales de las noches del Ikusi. Todo eso nos ha llamado tanto la atención que hemos querido dedicarle un apartado destacado en nuestro Diario.Nos habla de su música, de sus familia, sus recuerdos y de la “movida villacarrillense”.

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“Y era como ver de repente tu pueblo inundado de criaturas salidas de La Bola de Cristal, de las actuaciones de Tocata, de vídeos musicales de Rockopop… o, terminando los 80, hasta de aquel mítico `Plastic´ que ponían en TVE 2”.  Pasa, lee y escucha a la par.11889463_942987082433601_3258183018443694405_n

1ª. P: El amor por la música  te viene de lejos, heredado. Tus abuelos (Juan Cruz, por parte de padre y José Parra, por parte de madre) dieron buena cuenta de ello.

Respuesta:  En efecto, la sensibilidad musical es algo que se hereda en mi familia y por ahí entroncamos directamente con mis abuelos, dos personajes muy conocidos y apreciados en el pueblo, que cultivaron esa pasión cada uno a su estilo pero ambos, desde luego, en profundidad. Mi abuelo Juan hizo del arte flamenco una forma de vida, algo que le llenó siempre, que supo inyectar casi genéticamente a sus descendientes y que compartió y disfrutó con la gente que le rodeaba; hasta el punto de que mitos del género, como Mairena o Caracol, desfilaron por su hogar. Por su parte, mi abuelo Pepe fue un apasionado de la música clásica, en la que se sumergía, apartado del mundo en su despacho, en sus ratos de asueto… y cuenta con algunas bellísimas y muy sentidas composiciones en su haber. Venir al mundo, en mi contexto familiar, implicaba hacerlo con un hilo musical casi que incluido “de serie”.

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2ª P: Con tan solo un año te marchas a Granada, tras el traslado de tu padre como profesor  a esa  maravillosa ciudad, sin embargo sigue siendo Villacarrillo tu vía de escape ¿Qué tenía el pueblo para que te atrajese tanto?

R: Mi padre, Juan Cruz Maculet, tras varios años inolvidables en el Instituto del pueblo obtiene ese traslado cuando yo cuento con un año escaso de vida. Es curioso porque ahora puedo decir que me dio tiempo a nacer en Villacarrillo pero he tenido la suerte de crecer en Granada, la ciudad de la música, y mi infancia entera coincide año por año con la década de los 80 en la que, entre otras muchas cosas, irrumpió aquella movida de grupos granadinos que ensayaban en cuevas del Albaicín y de la que luego vino todo lo demás que perdura hasta nuestros días. Pero yo entonces era un crío que quería hacer buenas juntas con otros muchos como yo, corretear sin hora y sin custodia alguna por las calles, jugar al escondite, al quema, a poli-ladrón… y hasta robarte miradas y soñar con alguna nena bonica del entorno. Y todo este universo me era posible en Villacarrillo, destino fijo de mis veranos, navidades y semanas santas en donde campaba a mis anchas y exprimía unas cotas de libertad infantil implanteables desde luego en la ciudad. Volver en la alsina desde el pueblo hasta aquella horrible estación del Camino de Ronda era para mí poco menos que un auténtico drama.

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3ª P: Y vas forjando tu cultura musical, que ya se preveía intensa desde muy pequeño. Escuchar a Simple Minds, The Conmunards  o The Cure con tan solo 9 años no es  casual…

R: Se me pone la carne de gallina sólo de recrear las sensaciones que despertaba en mí toda esa galaxia musical que me inundó desde las más tempranas edades. Y esos son sólo alguno de los grupos que pusieron banda sonora a mis días, pero marcando recuerdos que tengo grabados e indisolublemente unidos a sus líneas melódicas. No se me olvida cómo pasé la tarde entera de la nochevieja del 87  encerrado en mi cuarto entregado al Once Upon a Time de Simple Minds, y en aquella casa de mis abuelos de la Avenida Gómez de Llano todo el personal sin tener ni idea de donde me metía. Cómo, en esas mismas navidades, aguardaba al acecho, con mi cinta de casette siempre preparada, a que sonase el Just Like Heaven de The Cure en Radio Villacarrillo hasta que pude cazarlo al vuelo y, cada vez que me lo ponía, jugaba en plan locutor a hacerle una presentación. O la primera vez que bailé un tema en la pista de una disco -aún tan crío y a “deshoras”, en el contexto de un bautizo veraniego- como fue el evocador So Cold the Night de los Communards; la discoteca era la Zeppelin, que para más señas daba pared con pared con el cabecero de mi cama… y traspasar aquel muro, de donde provenían los pelotazos musicales del momento con volumen y nitidez, se convirtió para mí en algo enormemente simbólico.

4ª P: Dices que la huella que te dejó el “momento Ikusi Makusi” es imborrable ¿Cómo recuerdas aquellos años (finales de los 80 y principios de los 90) y a todos los “personajes” que pululaban por la noche villacarrillense?

R:La cultura musical que se respiraba en el pueblo en esa época mágica, con su particular devoción por la new wave, la onda siniestra y el insuperable techno de la época, inundaba mi infancia y adolescencia por todos los cauces posibles. Era arrollador contemplar cómo se abría paso una escena, más propia de una gran ciudad que de un pueblo de poco más de 10.000 habitantes, al abrigo de la  generación que dio vida al Ikusi y que dejó impronta también en los que, de primeras, aún no teníamos edad para andar de bares pero respirábamos bocanadas de aire de toda esa movida villacarrillense de entredécadas  80/90 que nos marcaría de por vida. Recuerdo que, cuando abrió el primer Ikusi, a la chiquillería de mi quinta nos hacía gracia el nombre y nos sentíamos importantes cuando “los mayores”, toda esa hornada de la edad de mis hermanos que estaban ya de marcha, nos hacían algo de caso. Alucinábamos con todo aquello, porque el caldo de cultivo radiofónico y televisivo lo teníamos. Y era como ver de repente tu pueblo inundado de criaturas salidas de La Bola de Cristal, de las actuaciones de Tocata, de vídeos musicales de Rockopop… o, terminando los 80, hasta de aquel mítico `Plastic´ que ponían en TVE 2.

Se oía decir con orgullo que la calle San Rafael era `el nuevo Pedro Antonio´, y es que compararlo con la Granada de la época, a escala, era de todo menos exagerado. Caminar por allí era toparse de golpe con unos cuantos Dave Gahan, Robert Smith, Germán Coppini o Morriseys de la vida en cada esquina… pelos cardados, chupas de cuero y vaqueros blancos, peña posando en fotos con el sombrero a lo Personal Jesus, el Peska marcándose `pelaos´ depecheros hasta a los que éramos más críos… daba la sensación de que el “Violator” de Depeche se había presentado en el pueblo en primicia mundial. Del verano y feria que estuvo abierto El Garito me vienen muchos `flashes´ porque por allí sí que deambulaba a mis anchas, con 12 o 13 añicos, como uno de los `nenes adoptivos´ de sus socios fundadores y particular parroquia en general. Con su mural en la pared en plan Information Society, y el clásico equipo de plato más doble pletina de casette despidiendo musicón a mansalva detrás de una barra de chapa en un patio-cochera abierto a todo el público. Entre una cosa y otra era imposible sustraerse al hervidero de tendencias que daban sonido y color -preferentemente, negro- a la zona.

Y desde luego es imborrable el recuerdo del buen ambiente y la chispa y fraternidad musical que se cocía en el Ikusi. Como enjugaba y ampliaba el oído del personal… suelo emparentarlo con locales míticos del underground granadino, en la misma onda de puro y duro culto musical como Espiral o Factoría, de trayectorias similares por época y estilo; o el mismísimo Planta Baja, también de doble ubicación a lo largo de su historia, y que a tantos `ikusianos´ ha dado amparo en sus trasnoches por la ciudad de la Alhambra. Entrados los 90, andando yo ya más madurado a la vida nocturna, Ikusi era punto de encuentro imprescindible cada vez que uno se dejaba caer por el pueblo.  Me vienen buenos momentos por allí hasta finales de aquella década, de las últimas estancias en Villacarrillo antes de que las circunstancias familiares me alejaran de la tierra.

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5ª P: Y de aquellos polvos, estos lodos. Cuéntanos cómo y por qué nace Mekanik Disorder.

Respuesta: Mekanik Disorder surgió como respuesta a una necesidad -que se volvió incontenible- de empezar a sacar a la luz mi colección particular de sensaciones e impresiones sobre las más diversas esferas de todo aquello que me rodea, ya sea crudamente real o puramente imaginario; pero en definitiva todo lo que, de un modo u otro, ha ido contribuyendo a moldear mi personalidad y me impulsa a expresarme hacia el exterior en música y letras. Es como quien tiene que contar algo porque, si no, revienta; incluso aunque al final no se lo cuente a nadie y me valga con plasmarlo en una canción cuyo sentido sólo yo pueda entenderlo.

Asimismo, como ya hemos hablado, son innumerables las influencias que a través de los años 80 y 90 siembran en mí una inquietud permanente desde edades bien tempranas, pero es imprescindible que un buen día eso genere una tensión que sólo puede llegar a satisfacerse haciendo uno mismo sus propias canciones. Y ese es el punto donde, allá por 2007 y ya más o menos suelto en composición electrónica, comienza esta aventura. Se puede decir que mis canciones son, desde la primera a la última hasta la fecha, auténticas reflexiones en voz alta en las que no pretendo ser original o inventar nada nuevo, pero sí de alguna manera hacerle los honores a toda una liturgia, filosofía y estética musical en peligro de extinción. Desde lo más industrial y EBM hasta lo más synth pop, neopsicodélico o post-punk que me vaya saliendo de las entrañas.
Y las ganas de escenario completan la receta: tuve la maravillosa experiencia, a comienzos de milenio, de ponerle voz al proyecto Internia, con el que mi hermano José Carlos firmó durante años una sólida y muy inspirada producción electrónica de calidad. No nos prodigamos demasiado, y terminé por abrirme un camino partiendo de los cimientos que con aquello quedaron bien asentados de cara a afrontar mi propio material.

6ª P: ¿Cómo está siendo la trayectoria del proyecto? Tal y como está el panorama embarcarse en este tipo de aventuras es poco más que una quimera. 

R: De entrada, fue un poco como el que una tarde de pedales en solitario se echa a subir un puerto que no conoce y, cuando quiere levantar un poco la vista hacia el paisaje, resulta que ha cogido ya de golpe 300 metros de altitud. No le eché demasiadas cuentas a esto, y seguramente así lo haya ido disfrutando de forma más provechosa, sin presión. Sin esperar gran cosa o poca cosa a cambio. Esa es una de las constantes de un proyecto que avanza estrechamente ligado a mi itinerario personal y emocional, y que siempre va a responder en forma y fondo a las circunstancias de éste. Claro que el completar ciertos tramos que uno en su momento ni se planteaba sí que termina por marcar un listón para todo lo que vendrá después y, con ello, unos niveles de satisfacción. Es cierto que al principio me autorrealizaba por el simple hecho de crear y luego, cada vez más, deseo que se me escuche. Y ahí es donde un proyecto como este está condenado a no parar de luchar contra molinos de viento, pero no sólo comerciales sino también molinos “indie”, que no sé qué es peor.

A estas alturas de la película tengo sensaciones encontradas. Logré un contrato discográfico -la oportunidad con que cualquier músico sueña y a la mayoría no se le presenta- al poco de empezar a andar, con unos cuantos conciertos muy cañeros de corte Electronic Body Music a espaldas y una maqueta breve pero intensa. A toda aquella rabia inicial responde el álbum debut de 2010, “Cold And Strong”, el cuál colmó sobradamente las más optimistas de mis previsiones. Todo era nuevo. Y al llegar “Out of Context” en 2014, pese a que ha vuelto a sonar en RNE Radio 3 y a mantenerse incluso más semanas que el anterior en listas alternativas en Alemania -aquello es otra historia- me queda cierto regusto agridulce en cuanto a su repercusión. Liberé la víscera que tenía que liberar con el primer disco y después, sin descuidar sus puntos de contundencia, sí que decidí arriesgar y relajar tensiones: empecé a componer de fuera hacia dentro, y brotó una colección introspectiva de melodías que me hablan a mí y, a partir de ahí, le hablan de mí al mundo. “Out of Context” es mi niña bonita, no puedo negarlo. Ha pasado demasiado desapercibido para todo lo que lleva dentro, y en ello influyen demasiados factores de los cuáles la mayoría se escapan de mis manos. Será que hasta el mismo título habla, ya de entrada, de un material que quizá en otro tiempo -y no necesariamente en otro lugar- habría dado hasta para apariciones televisivas y meneo del bueno en pistas de baile de la Ruta Destroy (como algún amigo y fan de la vieja guardia me soltaba al oírlo) pero en fin, no hay vuelta de hoja, vivimos en 2016 y estamos fuera de contexto.


7ª P: Habéis compartido escenario con bandas míticas, y muy “ikuisanas”, como B-Movie, Absolute Body Control, Hard Rain, Plastic  Noise  Experience  o Immaculate Fools  ¿No  da vértigo tanta leyenda?

R: El directo nos ha brindado sin duda las emociones más desorbitadas, y la cosecha en este plano ha sido agradecida. Además, es una estupenda manera de tomarle la temperatura al proyecto e ir pulsando su evolución. En este sentido, al concurso habitual al teclado de Gilberto Gámez se ha unido hace año y pico Carlos Pueyos a la guitarra, y en esta formación conmigo a voz y bajo eléctrico la cosa me sabe a gloria, porque responde al abanico de estilos en los que poco a poco voy explorando. La última hasta la fecha, abriendo fuego a los Immaculate en Planta Baja, nos dejó un gran sabor de boca.

Cierto es que si me lo dicen en enero de 2007, cuando Mekanik Disorder debutó encima de un escenario, me habría costado creerme esta nómina de leyendas con las que hemos compartido batallas en concierto, y las anécdotas y experiencias que acompañan todo ello. Hablamos de bandas que llevo escuchando desde muy joven y algunas, como B-Movie, directamente desde pequeño cuando encendía la radio. Y con una trayectoria que impone, más aún cuando han dejado una huella en tu sonido que se siente a kilómetros, como ocurre con unos Absolute Body Control. Por poner un ejemplo, aquel Spektro Festival de noviembre de 2010 con ellos y Plastic Noise en Vitoria-Gastéiz, tras una tarde de convivencia de bandas a base de txakolís y raciones de bravas y callos estilo norteño, se me sigue antojando como algo que aún dudo si lo soñé o fue real, pero en cualquier caso inolvidable: poder escribir aunque sea un pie de página en la historia musical alternativa, de la mano de gente que ya la liaban en escena en Düsseldorf en las navidades de 1992 o en abril del 81 en Amberes, sí que sigue poniendo las carnes de gallina sólo de recordarlo.

8ª P: ¿Y con quién os gustaría compartir escenario?

R: Venga, vamos a imaginar por ejemplo un cartel de festival con… Front 242, Yazoo, Cocteau Twins, KGB (los granaínos), Aroma di Amore, The Jesus And Mary Chain y Mekanik Disorder. Por separado también me valen, pero por pedir… ¡y si el festi es en la feria en el pueblo, ya para qué!

9ª P: Planes de futuro imagino que muchos…

R: Ganas e ideas frescas hay para elegir y son amplios los horizontes creativos. Me vienen nuevos golpes de inspiración de vivencias que me están tocando el alma y muchos, muchísimos anhelos marca de la casa. Aunque, como casi todo en mi vida, difícil de encajar todo ello en unos planes a la vista, al menos en cuanto a su nivel de concreción. En todo caso, me muevo por sensaciones (encima de la bici me pasa lo mismo) y, así, el proyecto va avanzando a impulsos: improviso, me dejo llevar… ahora bien, cuando me pongo, soy capaz de dejar listos de golpe hasta tres temas versión 1.0 en una semana.

Sí que se puede decir bien alto que hay un tercer disco en ciernes que poco a poco va cogiendo cuerpo. Hay ya unas cuantas demos terminadas, otras simplemente esperando la pista de voz y otro puñado pidiendo coger su esqueleto de base, bajo y cuatro acordes. Se avecina una colección de canciones que viajará entre el post-punk, dream pop, new wave, neopsicodelia… muchos rincones de todo aquello que -disfruto recalcando esto- dio origen en los 80 a la etiqueta `Indie´, casi una garantía de buen gusto, combatividad e imaginación sin límites por aquel entonces. Y por supuesto, de independencia y absoluta libertad creativa, algo de lo que seguiré haciendo gala, en definitiva, suene a lo que suene. Sin tener claro aún dónde, en qué formato tendrá cobertura ni en qué manos profesionales dejaré su producción final… pero que promete emociones fuertes y marcará en muchos sentidos toda una ruptura.

10ª P: Un disco imprescindible  de toda la vida y un disco actual que nos recomiendes. 

Respuesta: Vivo mucho menos al tanto de novedades de lo que debería, porque luego me descubren movidas y lo agradezco un montón. El caso es que sí que suelo pedir que contengan ingredientes añejos y atemporales. A bote pronto, voy a citar el nuevo disco del sueco Boy In The Shadows, “End in Tears” que me ha enganchado con su pista “I was never made for this Word” de interesante contraste melódico y sintes y pianos a lo Simple Minds.

Y de toda la vida, vamos con “Script of the Bridge”, The Chameleons, 1983. Un disco como para llevarlo tatuado. A cuento de un motivo muy especial, precisamente el otro día traía a colación a mis alumnos una frase del tema Second Skin: Is this the stuff dreams are made of? Pues eso. Nosotros sí que estamos hechos de sueños… o al menos yo no dispongo de otra materia prima en mi proceso productivo. No es más que nuestra segunda piel.

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